LUIS, que jamás ha dejado de componer, se trajo un día desde la lejana e incontaminada CUENCA un buen montón de excelentes canciones (círculos cerrados, completos y rotundos como sólo una genial historia puede transmitir) con el firme propósito de convencerme para que las estructurara en plan rockero y les confiriera cierta dimensión eléctrica. En fin: que las musicara para que sonaran como una canción rock o folki al uso.
Sin embargo, no se trata sólo de componer y tocar. Después viene el diseño, la maquetación y el no menos importante asunto del orden de las canciones. (Ello sin hablar de la estresante tarea de la mezcla, donde la infinidad alternativa de matices y espacios sonoros impone, al final, una solución de compromiso).
LA PORTADA
LA BARRE DES ÉCRINS
