lunes, 21 de enero de 2019

JACKSON HOLE -EDICIÓN DEFINITIVA


                                          JACKSON HOLE- VERSIÓN GRIZZLY
              [HAZ CLICK PARA ESCUCHAR LA CANCIÓN]


                             A tres guitarras

No hay canciones mejores ni canciones peores que otras. Hablo, naturalmente, del repertorio creativo dentro  de la trayectoria de un mismo artista. Las canciones, bien sean cantadas (aquellas con la historia explícita) bien esos temas instrumentales, extensos, agónicos, tan de mi gusto (las canciones, como yo las llamo, con la historia implícita: las que ofrecen una más exquisita libertad a la imaginación), pueden ser más o menos complicadas a la hora de interpretarlas, pueden contener pasajes oscuros, virtuosos, llanos, difíciles, calmos, arrebatadores y frenéticos... Pero afirmar sobre ello que es canónicamente mejor o peor, según normas convencionales de la armonía, ritmo, melodía etc., es sólo una manifestación del primitivo instinto por clasificar. Una canción de 3 minutos con el bombo marcando las negras como un reloj, al tiempo que un dominicano entrado en carnes y calvorota proclama las virtudes de las caderas, los culos y el arroz con habichuelas cocinado en Cuba (muy del gusto del repertorio de Europa FM), puede acabar siendo la canción del verano de los estúpidos y devenir en éxito comercial rotundo. Y habrá quienes, canónicamente, impulsen y hagan pedagogía musical con este tipo de insustanciales creaciones de 3 minutos (4, a lo sumo). E-NATIVA no pertenecemos a estas manadas gustosas de estabularse; preferimos pastar en territorios nuevos y salvajes. Y si contamos una historia (un relato construido sobre acordes, ritmos y melodías) nos gusta llevar al oyente a alguna parte: puede ser una región donde el horror abrume el espíritu, o la belleza simple de un prado soleado junto a un río. Puede ser el barullo insoportable de una ciudad capitalina o el tiempo detenido de un pueblo en vías de extinción. Tampoco es que lo sepamos con certeza. Porque es cierto que a veces es la canción la que te lleva, la que te propone, la que se construye, autónomamente, a partir de ti, y no al revés.

               Las canciones surgen como un germen. Quizá como una escultura: un trozo de barro húmedo que vamos moldeando y va cogiendo forma. JACKSON HOLE, el germen, fue grabado a tres guitarras. Originalmente, se trata de mi primer tema compartido con Calomarde. Yo hice la estructura y el ritmo a partir de una guitarra acústica, y él se encargó de las melodías de wistle y flauta. Lo grabamos mientras lo construimos. Y no salió nada mal. Con esto en la cabeza, un año después construí el tema que escucharéis ahora. Una composición poderosa con mucho voltaje.

                             Estación de trabajo (BUHARDILLA´S LAND)

              ¿El por qué de este título? JACKSON HOLE es una población de los USA del Estado de Wyoming (que nada tiene que ver con el comisario político disfrazado de bufón de la Sexta). Una de las regiones menos pobladas de los EEUU. Desértica y salvaje. Enclavado a 1200 m de altitud a las puertas del parque nacional de los GRAND TETONS (fabulosas montañas que arañan el cielo a los 4000 metros de altura) y muy cerca, también, del mítico YELLOWSTONE, es el paradigma de ciudad a dónde uno quisiera establecerse y morir en paz, lejos del mundanal ruido y de los patéticos avatares de la república de los hombres. Tampoco es un paraíso imaginario: aquí la Gran Naturaleza impone sus leyes: si no te mata una tormenta glacial, lo hará una avalancha, un ataque de agotamiento o un oso grizzly. A fin de cuentas, no son maneras insulsas de morir. De todo esto, y más, versa la canción. Una historia instrumental a tres movimientos, con su parte dedicada a la belleza y la contemplación tranquila, y su parte, al final, donde el artista se adentra en la terribilitá de las cumbres y los bosques en los que el oso acecha.






domingo, 20 de enero de 2019

INISHEER-24 LA CONSTRUCCIÓN DE LA LUZ

                                                               INISHEER-24
                          [Haz clikc, y escucha la canción en SOUNDCLOUD. Ponte auriculares]

Hace siglos, cuando yo era otra persona, un hombre más joven, más fuerte y más ilusionado, abrigaba la certeza de que la luz poseía una consistencia física que se podía tocar y moldear, absorber y utilizar. En una sesión de yoga de la que tuve que salir atropelladamente (mi estado natural era, y es, el de la tensión perpetua), en una imposición de manos que se me hizo allí mismo por parte de la maestra de ceremonias, la gurú, la chamán, noté cómo una parte de mí tiraba hacia arriba con la firme intención de proyectarse: el cabello erizado por la electricidad, la ligereza subsecuente al desprenderse la losa que llevamos sobre los hombros... En fin: no lo pude soportar y me tuve que salir a la calle a tomar aire y a recuperar el peso de mi condena. La gurú, que salió tras de mí, me dijo: tienes una luz blanca con mucho poder. Será una tontería, pero aquella afirmación me ayudó a arrostrar con éxito todos los obstáculos y marranadas que el discurrir de la vida te va poniendo bajo los pies. Veinte años después, sigo creyendo en el poder de la luz, pero sé que ya no lo llevo encima. Se perdió junto otras muchas cosas en los vericuetos del camino.

              De vez en vez surgen destellos en mitad de este vacío en el que, mal que bien,  vamos progresando. Y ese fragmento de luz que nos encontramos por sorpresa acaba formando parte de una estructura, de un patrón y un sonido. De manera que si porfiamos racionalmente: ordenando, sustituyendo, acoplando... obtenemos una cadena inteligible de ritmo y armonía que se puede llamar canción. Yo prefiero llamarlo "tema", "obra", "composición"... Las canciones, esos breves destellos de arte que, canónicamente, se desarrollan entre los 3 y 4 minutos, las dejo para los intérpretes más o menos afortunados de la televisión. Nosotros, los que formamos parte de este proyecto de E-NATIVA, hacemos temas: una Intro, un lanzamiento, un nudo y un desenlace más o menos agónico. Combinamos las historias (este terreno es más propio de Luis, que se desempeña en la voz y la guitarra acústica) con largos pasajes instrumentales. Cierto que de vez en vez hacemos un guiño a los clásicos y, como es el caso que presento en este post, dedicamos nuestros esfuerzos a las melodías universales: pegadizas y desenfadas. En este caso, el artífice es Manolo y su colección de wistles, flautas de aleación cósmica y gaitas aparecidas en las highlands.

            Inisheer es una canción tradicional irlandesa. Y como tal, pertenece al acervo universal de la cultura pop y el arte. Nosotros la hemos adaptado a nuestro particular estilo. Así que tras varias pruebas, apuntes y despliegues aquí en casa entre Manolo y un servidor (de ahí el subtítulo "24"), grabamos el tema a dos guitarras y flauta en el multipistas a la espera de ser trasladado al resto de la formación: batería, bajo y la acústica de Luis. Garage´s Land aguarda paciente nuestro regreso.

Ensayo veraniego en GARAGE´S LAND


Montando el escenario

Adecentando




                                                                 INISHEER-24
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En Nohales, Cuenca. Dos artistas. Manolo y Luis.