KING CRIMSON, pero muy especialmente su guitarrista y líder ROBERT FRIPP, quien ha sido para mí, como ejecutante del instrumento uno de mis más destacados mentores, se forjó como banda y proyecto creativo universal a finales de los 60 del XX, periodo que alumbró un movimiento musical y artístico sin parangón en estos tiempos contemporáneos de crisis espiritual y creativa (las dos cosas van unidas, sobran explicaciones). De aquella época son los manantiales a veces turbulentos, pero siempre a reventar de lirismo e imaginación, de los que en décadas subsiguientes hemos ido bebiendo los que, a duras penas, nos mantenemos o queremos mantenernos en los nada difusos límites de la calidad y el arte, la imaginación y la honestidad. Yo empecé a escuchar a KING CRIMSON allá por el año 1987; su primer LP, On The Court of Crimson King, donde aparece la impactante TWENTY FIRST CENTURY SHICHOID MAN, tema radicalmente experimental y poderoso que requiere un poco de cuajo emocional para ser escuchado. A partir de ese momento o los aborreces o te haces un seguidor fanático de sus siempre transgresivas obras musicales. King Crimson es el paradigma de grupo que combina a la perfección el lirismo más intimista (aunque bañado en complejidad y poder) con los estallidos de electricidad incontrolada que te aproximan al infarto. ISLANDS resulta paradigmático por esto mismo. En mi modesta opinión resulta en la muestra perfecta de los explicado hasta ahora. Desde los melancólicos pasajes sonoros de Formentera Lady hasta la crudeza de las guitarras superpuestas de THE SAILOR´S TALE.
PORTAL DE EXPERIMENTACIÓN Y CREACIÓN MUSICAL- LUIS NADIE CON SENTIDO CRITICO, ESPERANZA NATIVA, MARGEN ESTEPARIO, SENTIDO CRÍTICO Y CAMARENA POWER TRÍO... FRACTALIZACIONES, SOLITARIOS Y RELATIVOS. DIRECTOS Y GRABACIONES.
sábado, 17 de diciembre de 2022
jueves, 8 de diciembre de 2022
CANCIONES (2) - VIAJEROS DEL TIEMPO (COMPONER, TOCAR, GRABAR Y MEZCLAR)
ENSAYOS EN NOHALES, CUENCA (¿HACE 10 AÑOS, 15?
Las canciones surgen y, tras reunir unas 200 ó 300 a lo largo de estos últimos años (vamos a poner 20), todavía no sé muy bien de dónde salen. Habrá quien afirme que son procesos cerebrales donde interviene la química corporal, como en casi todas las cosas de la vida. Yo digo que en el ARTE, sea esto sea cualquier otro asunto fruto de la creatividad humana, no sólo interviene el cosmos neurológico, hay algo más: un río de emociones y sueños (visiones y pesadillas, también) que se vierten directamente desde los peligrosos barrancos del corazón. Hay quien no cree que del corazón salga nada más que la sangre que nos mantiene con vida; a mí, inconsolable soñador de mundos, el paso del tiempo (las alegrías y sinsabores) me ha enseñado precisamente lo contrario. No niego que la química del cuerpo... la física universal tenga que ver con la mayor parte de lo que somos o hacemos; pero sé que todo lo bello y sublime de lo que somos capaces no es producto de una fórmula que se pueda explicar o enseñar en un aula. No digo, ojo, que estas canciones que hacemos alcancen siquiera las puertas de los sublime (al menos las que yo compongo), sin embargo reconozco el remoto lugar del que proceden. Y no es, como digo, de un tratado de fisiología cognitiva.
VIAJEROS DEL TIEMPO EN SOUNCLOUD
Hay músicos, interpretes mucho más técnicos que yo, a los que les resulta imposible componer, es decir: sacar algo de la nada, por sencillo que sea. Cabe indicar que los periodos en los que la creatividad se desborda son solamente eso, etapas pasajeras. Semanas, meses o años, incluso, que en cualquier momento se pueden secar como un río. De manera que cuando se presentan las lluvias (es una metáfora que viene ni que pintada) hay que aprovechar y permitir que la magia fluya fuera de los dedos y del corazón. Nos pasa a todos los músicos (puede que también a pintores, artesanos, novelistas...). Y yo he sido sufridor en propia carne de este fenómeno. Cuando nos retiramos de los escenarios el año 2002 y disolví indefinidamente el grupo, la depresión subsiguiente me tuvo una década entera sin poder cantar. No dejé de tocar y componer, incluso, pasado el disgusto, volvimos a reunirnos para tocar por el mero placer de hacerlo; pero yo no podía cantar. Escribía letras (amargas derrotas, metáforas de la rendición) pero las cantaba Luis. Yo no podía. Pasados esos diez años, empezaron a salirme cosas. Aunque prácticamente comenzaba de cero. No tenía voz, y era casi incapaz de entonar. Cosas que pasan y uno va superando como puede.
[Sebastián en Garage´s Land, local de ensayo y grabación de nuestra peripecia sonora actual. Ajustar los niveles de la batería y colocar correctamente los micros para que el bombo y los platos no arruinen toda la mezcla es un arte en sí mismo. En la imagen se pueden ver los cuatro micros que captan el sonido a través de la mesa Behringer MX640 PRO y lo mandan al multipista. Para el bombo, un SHURE SM-57; un SM-58 a los toms; otro, a la caja, y el Micro B-2 PRO de condensador y diafragma ancho para platos y ambiente]
En la actualidad, estos dos últimos años de pandemia en los que gobiernos criminales y totalitarios como el que sufrimos nos ha tenido encerrados ilegalmente como ratas, estamos ensayando y grabando todo ese catálogo de canciones o intentos de ellas (solamente en mi caso, he podido reunir 102; Luis seguramente más) para que tanto esfuerzo no quede en el olvido. Algunas de ellas (pero sólo algunas; la gran mayoría son experimentos con nuevas estructuras y sonoridades) consiguen ese tono comercial que justifica ponerlas en circulación. Los poperos de cuna me reprochan la duración de las mismas; invariablemente de 7 a 10 minutos; porque contradicen el estándar radiofónico de 4 (si es 3, mejor). Pero yo no toco para la radio ni para un público con prejuicios o escasa imaginación, convenientemente instruido para el rebaño del pop y bien domado. Las canciones que tocamos apelan a las entrañas, y como la vida misma, transitan una historia de agonía hasta que dejan de sonar. Para los 3 ó 4 minutos hay otras canciones y otras historias. Que las toquen otros. Lo que a mí me convence de una canción es el poder que ésta emita hasta provocar que alguien grite de desesperación., se emborrache hasta entrar en coma o se arroje a las vías del tren mientras el último solo de guitarra le perfora los oídos del alma. Todo lo demás es simple entretenimiento. No digo que E-NATIVA logre este elevado estadio de poder y hechicería, pero vamos hacia ello. O, al menos, lo pensamos.
[Sesión en GARAGE´S LAND STUDIOS. Verano de 2018. La ventaja de tocar a 32 grados a la sombra y de que alguna válvula de ampli explote, es que la cerveza no para de circular; y cuando ya llevas... no sé: 6 o 7 latas las estructuras, los ritmos y los solos se hacen más atrevidos. De las letras no me atrevo a confesar nada. Ahora es Luis el que tiene que viajar para venirse 120 km al sur; y como es habitual en mí, me equipo para salir a correr un rato si sobreviene el bloqueo o empiezan a zumbarme los oídos. Es una licencia que muy amablemente me conceden los amigos][En este entorno es donde hemos grabado nuestras últimas canciones]
[Las calles de GARAGE´S LAND. Los inviernos son insufribles. Aquí la luna llena que salió ayer, 7 de Diciembre, cerca de las 18.00. A 16 grados dentro del local, las cervezas son un peligro para la garganta. Y yo tengo que cantar]
GUÍA RÁPIDA- MEZCLAR Y MASTERIZAR
martes, 6 de diciembre de 2022
CANCIONES - LAS DOS CARAS (PROSPECTIVA E INTERIORIDADES. LA CONSTRUCCIÓN DE LA LUZ)
Hacer una canción no es sólo permitir que ese momento de inspiración pase volando cerca y, en un arrebato creativo, plasmar una progresión de acordes efectiva sobre el diapasón de la guitarra... Puede que un texto más o menos impactante, flotando sobre esa armadura de ritmo y armonía que sólo la guitarra, como instrumento, puede ofrecer. Cuando hablamos de producción, una canción requiere tiempo, planificación, intervinientes (otros músicos), disposiciones sobre el terreno: no es lo mismo tocar y grabar en una sala amplia, debidamente construida para este tipo de situaciones, o un local cualquiera propenso a las ondas estacionarias, esas enemigas del sonido que siempre acaban por arruinar toda grabación. La mayoría de las ocasiones hay que adoptar soluciones de compromiso, y una vez que la pieza está grabada, se hace obligatorio arrostrar los defectos de sonido que se han colado en la microfonía. Ese realce exagerado de graves que produce un zumbido que resta nitidez (y potencia) al conjunto de sonidos; esa distorsión o claqueo típico de las grabadoras digitales cuando llegas al punto de saturación (y que las analógicas resuelven tan satisfactoriamente), un golpe fortuito o el simple accionar de un botón (on/ off) que se cuela en la pista del micro de condensador para voz o flauta o guitarra acústica. Una pulsación de pedal de efectos, un roce con el pie de micro, una baqueta que se cae...
Hay la facultad que te permite obtener algo de la nada, componer; y luego está la labor artesana de saber cómo disponer todo y qué botones tocar para que el conjunto, ajustado a la debida potencia, suene con claridad. Y luego viene la grabación -que nunca se parece al sonido que hemos escuchado en vivo o que ha sonado dentro de nuestra cabeza- y un poco más tarde, la mezcla. Ese trabajo de chinos que te puede arruinar el día... la semana, el mes, incluso. Lo ideal, en este caso, es que mezcle otra persona ajena al proceso de composición y/o ejecución de la música. Alguien que no sea de la banda. Sabrá poner cada instrumento en el plano sonoro que le corresponde. Los guitarristas, sobre todo, arrastramos el incurable vicio de los decibelios fuera de control.
¿Y después qué viene? Pues después vienen las preguntas. ¿Cómo se te ha ocurrido esta letra? ¿Qué te ha pasado para que suene tan emotivamente real? Etc. etc. etc. Bueno... lo de las letras (léase mensaje) es otro arte en sí mismo y, al menos en mi caso, merece una explicación. Hay quien prioriza la letra, el texto, el relato, sobre todo lo demás. Inventas una historia (real, imaginada, o adaptada), la dotas de cierta facultad rítmica y le pones, con las voz, un sonsonete. Creo que hoy, funesta época del reguetón, mensajes vacíos, cuando no decididamente grotescos, y tipos/as/es que no vocalizan, prevalece esta manera de componer (la bazofia también requiere de una estructura, un plan, una labor), pero en el caso de los músicos de Rock and Roll (ya en franca retirada), primero llegan los acordes, las melodías armadas sobre ellos, el ritmo galopante de batería, un arrollador patrón de bajo fijado a las notas de la escala (mayor, menor, armónica, sintética, disonante)... Y seguidamente, el color de ese fragmento o patrón nos sugiere un tema. Así que cuando ya está prácticamente todo el armazón montado, escribimos y cantamos por encima de él. Mi particular manera de trabajar se ajusta a este sistema. Pero las preguntas no terminan ahí. Porque las preguntas siguen y las explicaciones se tornan obligatorias. En cuanto a si las letras (la historia) necesariamente han de tener un sesgo autobiográfico, yo siempre pongo el mismo ejemplo. Ernesto Sábato, autor de renombre y extensa obra, escribió un libro, el Túnel, en el que, en primera persona, narra la peripecia emocional y vesánica que le llevó a asesinar a su esposa. Ello no le convierte en un asesino de mujeres. Tampoco (y en los totalitarios tiempos que corren creo que es obligado hacer esta puntualización) tampoco, digo, hace de su texto una apología de semejante crimen. Cada cual se inspira como puede y donde puede. En este caso particular, en esta canción, son cosas que veo, que intuyo, que me cuentan o me pueden pasar, incluso. No es la temática que tradicionalmente he tratado en mis canciones: las relaciones interpersonales que rozan la tragedia, el drama o la depresión. He preferido cantar a le épica de la montaña, las carreras a pie al borde del colapso o la psicología pura y dura de la superación o el fracaso. La ambición y la soledad, los paisajes duros de la estepa, o las profundidades del Cosmos.
HOTEL NARBONETA