martes, 6 de diciembre de 2022

CANCIONES - LAS DOS CARAS (PROSPECTIVA E INTERIORIDADES. LA CONSTRUCCIÓN DE LA LUZ)

 


LAS DOS CARAS EN SOUNDCLOUD


Hacer una canción no es sólo permitir que ese momento de inspiración pase volando cerca y, en un arrebato creativo, plasmar una progresión de acordes efectiva sobre el diapasón de la guitarra... Puede que un texto más o menos impactante, flotando sobre esa armadura de ritmo y armonía que sólo la guitarra, como instrumento, puede ofrecer. Cuando hablamos de producción, una canción requiere tiempo, planificación, intervinientes (otros músicos), disposiciones sobre el terreno: no es lo mismo tocar y grabar en una sala amplia, debidamente construida para este tipo de situaciones, o un local cualquiera propenso a las ondas estacionarias, esas enemigas del sonido que siempre acaban por arruinar toda grabación. La mayoría de las ocasiones hay que adoptar soluciones de compromiso, y una vez que la pieza está grabada, se hace obligatorio arrostrar los defectos  de sonido que se han colado en la microfonía. Ese realce exagerado de graves que produce un zumbido que resta nitidez (y potencia) al conjunto de sonidos; esa distorsión o claqueo típico de las grabadoras digitales cuando llegas al punto de saturación (y que las analógicas resuelven tan satisfactoriamente), un golpe fortuito o el simple accionar de un botón (on/ off) que se cuela en la pista del micro de condensador para voz o flauta o guitarra acústica. Una pulsación de pedal de efectos, un roce con el pie de micro, una baqueta que se cae... 

Hay la facultad que te permite obtener algo de la nada, componer; y luego está la labor artesana de saber cómo disponer todo y qué botones tocar para que el conjunto, ajustado a la debida potencia, suene con claridad. Y luego viene la grabación -que nunca se parece al sonido que hemos escuchado en vivo o que ha sonado dentro de nuestra cabeza- y un poco más tarde, la mezcla. Ese trabajo de chinos que te puede arruinar el día... la semana, el mes, incluso. Lo ideal, en este caso, es que mezcle otra persona ajena al proceso de composición y/o ejecución de la música. Alguien que no sea de la banda. Sabrá poner cada instrumento en el plano sonoro que le corresponde. Los guitarristas, sobre todo, arrastramos el incurable vicio de los decibelios fuera de control. 


¿Y después qué viene? Pues después vienen las preguntas. ¿Cómo se te ha ocurrido esta letra? ¿Qué te ha pasado para que suene tan emotivamente real? Etc. etc. etc. Bueno... lo de las letras (léase mensaje) es otro arte en sí mismo y, al menos en mi caso, merece una explicación. Hay quien prioriza la letra, el texto, el relato, sobre todo lo demás. Inventas una historia (real, imaginada, o adaptada), la dotas de cierta facultad rítmica y le pones, con las voz, un sonsonete. Creo que hoy, funesta época del reguetón, mensajes vacíos, cuando no decididamente grotescos, y tipos/as/es que no vocalizan, prevalece esta manera de componer (la bazofia también requiere de una estructura, un plan, una labor), pero en el caso de los músicos de Rock and Roll (ya en franca retirada), primero llegan los acordes, las melodías armadas sobre ellos, el ritmo galopante de batería, un arrollador patrón de  bajo fijado a las notas de la escala (mayor, menor, armónica, sintética, disonante)... Y seguidamente, el color de ese fragmento o patrón nos sugiere un tema. Así que cuando ya está prácticamente todo el armazón montado, escribimos y cantamos por encima de él. Mi particular manera de trabajar se ajusta a este sistema. Pero las preguntas no terminan ahí. Porque las preguntas siguen y las explicaciones se tornan obligatorias. En cuanto a si las letras (la historia) necesariamente han de tener un sesgo autobiográfico, yo siempre pongo el mismo ejemplo. Ernesto Sábato, autor de renombre y extensa obra, escribió un libro, el Túnel, en el que, en primera persona, narra la peripecia emocional y vesánica que le llevó a asesinar a su esposa. Ello no le convierte en un asesino de mujeres. Tampoco (y en los totalitarios tiempos que corren creo que es obligado hacer esta puntualización) tampoco, digo, hace de su texto una apología de semejante crimen. Cada cual se inspira como puede y donde puede. En este caso particular, en esta canción, son cosas que veo, que intuyo, que me cuentan o me pueden pasar, incluso. No es la temática que tradicionalmente he tratado en mis canciones: las relaciones interpersonales que rozan la tragedia, el drama o la depresión. He preferido cantar a le épica de la montaña, las carreras a pie al borde del colapso o la psicología pura y dura de la superación o el fracaso. La ambición y la soledad, los paisajes duros de la estepa, o las profundidades del Cosmos. 

Una canción... el relato es como un libro, un cuento, una película. No necesariamente es una historia personal. Es lo que ves, es lo que escuchas, es lo que imaginas. Solamente eso. A veces, y sólo a veces, es también lo que te pasa. Una herida que no cicatriza, o algo que no terminas de entender. 




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